domingo, 13 de abril de 2014

RUTA DEL AGUA: CONDUCCIÓN PROSERPINA LOS - MILAGROS

La ruta por la condución hidráulica romana Proserpina - Los Milagros, de unos 9 km., nos permite conocer el recorrido de esta conducción y difrutar del excelente entorno ambiental por el que discurre.

La ruta comienza en el denominado Castellum Aquae, espacio arqueológico puesto en valor gracias a los Mecenas, situado en el extremo septentrional del Cardo Maximus de la antigua colonia romana, junto a una de las puertas de acceso a la misma (actual calle Calvario). En este punto terminaba el acueducto de los Milagros, vertiendo sus aguas en un depósito (castellum) que suministraba agua a múltiples fuentes públicas. Por delante de este depósito, con forma de torre, mediante un rebosadero se suministraba agua en cascada a una fuente monumental (Ninfeo) decorada con mármoles, columnas y esculturas alusivas a las ninfas (espíritus de las aguas).



En el patio de una vivienda de la propia calle Calvario se situa un pilar curvo del acueducto que marca el cambio de dirección del trazado de la conducción hacia el Castellum y que conserva la parte inferior del canal (specus). Para acceder a este lugar, contamos con la colaboración del matrimonio propietario de la vivienda.


En el primer tramo de pilares del acueducto, situado junto a la calle Marquesa de Pinares, se sitúa el llamado "milagro gordo", ubicado junto a la vía del tren. A continuación, ya en el valle del Albarregas, nos encontramos con el tramo más conocido del acueducto. Esta grandiosa obra de ingeniería romana traía las aguas a la colonia romana desde la presa de Proserpina, salvando la depresión del Albarregas con las altas arquerías que podemos contemplar en este punto de la conducción. Por la parte superior, que llega a tener 25 m. de altura, discurría el canal por el que circulaba el agua.



Esta obra se hizo con gran solidez, con objeto de que funcionara durante siglos. Los grandes contrafuertes de sillares contrarrestaban el empuje del viento y las crecidas del río. Los pilares seguían sistemáticamente un esquema de cinco hiladas de sillería alternadas con otras cinco de ladrillo rojo, que les dota de la fortaleza y flexibilidad suficientes para absorver posibles movimientos de la estructura, aparte de dotarles de un recurso estético que dota a este acueducto una identidad tan especial. La parte superior del acueducto sirve de base para los nidos de cigueñas, que confieren una de las imagenes más carácterísticas de nuestra ciudad. Frente al acueducto, contemplamos el puente romano que salvaba el Albarregas para seguir por la Vía de la Plata o por el camino hacia Lisboa.



Salvamos a continuación el río Albarregas (Barraeca) para acceder a los últimos pilares del acueducto situados en la barriada de Santa Eulalia, en la que también se ubica la piscina limaria que decantaba las aguas para limpiarlas de impurezas antes de cruzar las arquerías del valle del río. La piscina era una estructura que contenía un vaso más profundo en el que se depositaban las arenas y limos que arrastraba el agua.

A partir de este punto, la conducción seguía de forma subterránea siguiendo el trazado marcado por la curva de nivel hasta la presa de Proserpina. El canal era abovedado y subterráneo, totalmente cerrado al exterior, para que el agua se mantuviera limpia y fresca. Para obtener agua potable, se captaban las mejores aguas, preferentemente de manantiales. El canal se impermeabilizaba mediante un mortero hidráulico. La conducción mantenía una cota de desnivel mínimo para que el agua corriera por su peso, sin afectar a la conservación. Se evitaban largos trayectos en línea recta y frecuentemente el trazado serpenteaba por las laderas siguiendo las cotas de nivel para hacer llegar el agua a una velocidad calculada. A distancias regulares se situaban registros o accesos cuadrangulares tapados con grandes losas de granito para su mantenimiento. En los jardines de las urbanizaciones situadas en las proximidades del cementerio se han integrado diveros tramos del canal, algunos de los cuales conservan el techo abovedado.

 
Pasado este punto, nos desviamos hacia el río Guadiana, para pasar por el puente de la Alcantarilla, el tercero de fabrica romana que tiene la ciudad, con un solo ojo, que servía para salvar un pequeño  arroyo.


A continuación, nos desplazamos, por suelo rústico, hacía el polígono industrial donde se sitúa la ITV de Mérida, en cuyo acceso se ubica un arco que sostiene un tramo del canal de la conducción. Desde este punto giramos hacia el norte, para adentrarnos en las faldas de la Sierra de Carija, dejando a la derecha las caleras que ya eran utilizadas en época romana.



En la dehesa del paraje de la Albuera, a los que debemos acceder con autorización de los propietarios, nos encontramos las ruinas de diversos tramos de arquerías de la conducción, que salvaban sucesivas depresiones que presenta esta zona, próxima a la Presa de Proserpina.
 


 

Finalmente, a través de la cañada real, pasando por el lavadero de lanas, llegamos a la Presa Romana de Proserpina, punto final de esta ruta.




















Fuente: Guía Caminos del Agua. CCMM - Ayuntamiento de Mérida.
Fotografías: Archivo Eméritos CCMM.

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