sábado, 1 de marzo de 2014

EL TEATRO ROMANO

Dentro del grupo de edificios de ocio y espectáculos de la Colonia Augusta Emerita, el Teatro Romano es el primero que estudiamos en el Curso de Formación de Voluntarios, de la mano de Rocio Ayerbe Vélez, arqueóloga del Consorcio de la Ciudad Monumental, que ha impartido una charla y dirigido una visita guiada a este monumento.

                             

Las representaciones efectuadas en estos edificios no respondían, especialmente, a los gustos del público, pues éste decantaba sus preferencias por los espectáculos del circo y anfiteatro. Aun así, según que genero se representara (tragedia, comedia, mimo...), la asistencia al teatro era de mayor o menor interés popular.

Todos los actores, excepto los mimos, actuaban con máscaras que, en principio, representaban personajes o sentimientos estereotipados, y que, con el paso del tiempo, pasaron a ser más realistas. Los actores - histriones - solían ser esclavos y libertos, gozando esta profesión de una baja consideración social. Se agrupaban en pequeñas compañías que, bajo la dirección de un patrono, recorrían diversos teatros.
 
El edificio era el objetivo de la construcción del teatro. A través de ellos, la autoridad realizaba una eficiente propaganda de ella misma y del modo de vida romano, tanto a través de la grandiosidad del edificio como por los mensajes que desde su escenario se transmitían. 





En el teatro de Mérida, el aparato escultórico dedicado al culto imperial se extiende por distintos ámbitos del edificio, como el sacrarium o pequeño altar dedicado al culto al emperador, situado en la zona central de la parte baja del graderío; el aula sacra o habitación en la línea con la puerta principal del escenario dedicada igualmente al culto imperial (con estatuas de Augusto con la cabeza velada como Pontifice Máximo, Tiberio - su sucesor - y Druso - siguiente en la línea sucesoria -; o el propio escenario en cuyos intercolumnios se situaban estatuas en los que se representaba a la familia imperial y dioses.


Según se deduce por las inscripciones situadas sobre las puertas de acceso a la orchestra, el teatro fue promovido por Marco Agripa e inaugurado en los años 16-15 a.C.



El uso del teatro durante varios siglos hizo necesarias algunas reformas. Así, hacia el año 105, se levantó el actual frente de la escena, que se volvió a reformar entre los años 333 y 335, junto con la vía que rodea la fachada.

Debido en gran medida a la implantación del cristianismo, que consideraba inmorales las representaciones teatrales, el edificio fue dejando de utilizarse hasta su abandono total. Con el paso del tiempo, algunas de sus estructuras se fueron derrumbando y cegando con la tierra, manteniéndose visible, durante siglos, sólo la parte superior del graderío con las bóvedas hundidas. Para los ojos del pueblo eran siete grandes asientos, las Siete Sillas, donde, según la leyenda, se sentaron otros tantos reyes moros para deliberar sobre el destino de la ciudad.

Las Siete Sillas fotogradiadas por Jean Laurent en los años 60 del Siglo XIX

El graderío contaba con una capacidad para 6.000 espectadores y se construyó, en parte, aprovechando la ladera del cerro de San Albín. Se accede a esta zona siguiendo la vía que rodea la fachada del edificio.


El graderío se halla dividido en tres sectores, separados por unos pequeños muros, que responden a la diferenciación social de la época. El inferior, ima cavea, dispone de veintidós gradas y seis puertas en su parte superior que se comunican con un corredor semicircular que facilita la salida por dos puertas situadas en los extremos. En él, el sacrarium corta el centro de las tres gradas inferiores.


La media y summa cavea - media y superior - poseen cada una cinco filas de asientos, siendo las últimas las que se conservan en peor estado.



La orchestra -en la que se situaba el coro-, pavimentada con losas de mármol, está rodeada de tres gradas de honor reservadas para las autoridades. En su frente, un pequeño muro con alternancia de tramos curvos y rectos la separa del escenario.




El frente de la escena es la zona más espectacular del teatro. Sobre un basamento de sillares recubierto de mármol, reposan dos cuerpos de columnas de orden corintio en las que se combina el mármol azulado de sus fustes con el blanco de las basas y capiteles. Sobre cada cuerpo de columnas se dispone un entablamento con arquitrabe, friso y cornisa ricamente decorados. Un gran muro  revestido de mármol cierra la escena.






 

Tras la escena se construyó una gran zona ajardinada rodeada de pórticos con columnas - peristilo - que sirvió como área de esparcimiento. En el fondo, en eje con la puerta central de la escena, se sitúa una pequeña habitación dedicada al culto imperial, la denominada Aula Sacra. En uno de los extremos del peristilo, en un nivel superior, se pueden ver los restos de las letrinas.


























En el recinto del Teatro también podemos visitar los restos de la denominada "Casa Basílica" (llamada así por la planta basilical de sus restos). Está ubicada junto al peristilo del Teatro y es de época bajoimperial (siglo IV).

Destacan dos habitaciones terminadas en ábside, la mayor de las cuales dispone de una interesante decoración que conserva restos de un mosaico en el suelo y pinturas murales en las paredes, que representan figuras humanas a tamaño natural interpretadas como siervos.



LECTURAS RECOMENDADAS:

Guía Temática del Teatro y Anfiteatro Romanos de Mérida, CCMM, 2007
Desde las Siete Sillas.... La recuperación del Teatro Romano de Mérida, CCMM, 1998

Textos: Archivo CCMM
Fotografías: Archivo CCMM - Programa Eméritos
Recreaciones 3D: CCMM - Fundación Telefónica

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